No todo mundo ha perdido su ingenuidad, de ahí que no todo el mundo sea desgraciado. [E.M. Cioran]

miércoles, 29 de agosto de 2012

Todos los cielos son cartapacios




Te he dicho que soy una máquina convulsa de espantos
nave de un cielo enorme
cartapacio para todos los recuerdos,
y todos los recuerdos son brazadas de mi cuerpo en bruto,
mis brazadas son abejas bruscas y orates,
mis brazadas son las de un centauro de pezones dilatados y un ombligo como cráter,
una lengua salada, inadvertida, de  palabra triste y  memoria esférica.

Mi cuerpo es un saco de pertrechos inútiles,
mi cuerpo es tan obsceno,
mi cuerpo está rabioso y con las entrañas tensas y  a punto de ebullición,
mis brazadas se hacen cosmos dispersos y parturientos por todo el mundo
y los cielos de todo el mundo son cartapacios de mi cuerpo en bruto
porque soy un eco, una simbiosis de moléculas atoradas en las manecillas,
pero ha de existir un cielo para todos los que no son recuerdos,
para esa gente que nace inmortal, que se vuelve cromosoma y enzima
gente que te roba la infancia como si los recuerdos fueran tan ligeramente arrebatables
o tan ligeramente irremplazables;
pero también  hay gente que nace de la nada y se queda,
por eso se roba la ingenuidad sin el menor remordimiento,
por eso la diatriba está entre mis pechos, y no la suelto.

Yo soy de los que duerme con los ojos duros como canicas para soportar la nada
y  mis brazadas, mis brazadas son para todos lados, porque mi cielo es ciclópeo,
en él guardo todo lo que hay en un hombre crudo de brazadas cáusticas.
                      
Presuntamente me han robado la memoria,
el cielo es tan vasto y bruto como mi cuerpo
que ya no importa cuántas brazadas he dado.







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